El día 8 de noviembre de 2012, se dio lugar a una
nueva manifestación pública en contra del gobierno de la presidenta Cristina
Fernández. Las consignas de la protesta contenían violencia, hacia la
presidenta, hacia funcionarios y hacia los argentinos de clase baja. Se
escucharon muchas asociaciones de políticas de Estado, con penurias sociales o
adjetivaciones irreales.
El resultado de esta protesta deja entrever la
capacidad de manipulación de los medios de comunicación. Fue impactante ver
repetir insistentemente consignas vacías, carentes de todo contenido de
razonabilidad. Nulo análisis de la realidad. Nula comprensión de fenómenos
presentes en el globo. Nulo conocimiento de las formas, tejidos, entramados e
instituciones de la modernidad.
¿A dónde lleva eso? La manipulación aprieta las
conciencias. No es ajeno a nuestra realidad ni así tampoco a las de la mayoría
de las naciones modernas, que los medios de comunicación atraviesan e
interpelan la realidad transformándola. La valoran, la adjetivan y la escupen
así al televidente, radioescucha, lector, cliente.
No es novedad que la vertiginosidad de la sociedad
permita que los medios absorban la capacidad crítica de quien, alienado, se
somete a las reglas, medios, valores y fines sociales y culturales de la
estructura de vida dada y estratificada por ello.
Esta vulnerabilidad del ciudadano moderno con más
la capacidad invasiva y de domesticación de las conciencias de los medios, da
por resultado la activación de masas inconscientes que operan mediados por una
idea que le es ajena pero que defienden con énfasis sin posibilidad de
autorreflexión o crítica.
La muestra está a las claras cuando la virulencia se
hace expresar a viva voz en un marco social de condiciones innegablemente
favorables a la luz de un reciente pasado doloroso, siendo incomprensible
acondicionar el estatus social de los protestantes, con los beneficios que
conlleva, con la precaria elaboración del pensamiento en orden a los elementos
de la realidad.
Esta relación inexplicable se repite más día a día
y con mayor vigor. Diariamente se enuncian discursos que crean los conceptos de
una realidad interpelada por la valoración e intereses de los medios que
dominan la configuración de la verdad y a partir de ella la opinión del
individuo como infante de esa realidad.
Hoy día, la muestra de lo que ocurre es la
inestabilidad de los poderes concentrados que comienzan a perder su paciencia y
lanzan sus ataques fulminantes a su enemigo, el gobierno.
En el medio, argentinos, a los cuales poco
importan los medios, poderes concentrados y transnacionales.