jueves, 24 de febrero de 2011

Revolución en Medio Oriente


Reflexiones de Fidel. Tiempo para pensar y mirar el horizonte.



Danza macabra de cinismo

(Tomado de CubaDebate)

La política de saqueo impuesta por Estados Unidos y sus aliados de la OTAN en el Oriente Medio entró en crisis. Esta se desató inevitablemente con el alto costo de los cereales, cuyos efectos se hacen sentir con más fuerza en los países árabes donde a pesar de sus enormes recursos petroleros, la escasez de agua, las áreas desérticas y la pobreza generalizada del pueblo contrastan con los enormes recursos derivados del petróleo que poseen los sectores privilegiados.

Mientras los precios de los alimentos se triplican, las fortunas inmobiliarias y los tesoros de la minoría aristocrática se elevan a millones de millones de dólares.

El mundo arábigo, de cultura y creencia musulmana, se ha visto humillado adicionalmente por la imposición a sangre y fuego de un Estado que no fue capaz de cumplir las obligaciones elementales que le dieron origen, a partir del orden colonial existente hasta fines de la Segunda Guerra Mundial, en virtud del cual las potencias victoriosas crearon la ONU e impusieron el comercio y la economía mundiales.

Gracias a la traición de Mubarak en Camp David el Estado árabe palestino no ha podido existir, pese a los acuerdos de la ONU de noviembre de 1947, e Israel se convirtió en una fuerte potencia nuclear aliada a Estados Unidos y la OTAN.

El Complejo Militar Industrial de Estados Unidos suministró decenas de miles de millones de dólares cada año a Israel y a los propios estados árabes sometidos y humillados por éste.

El genio ha salido de la botella y la OTAN no sabe cómo controlarlo.

Van a tratar de sacarle el máximo provecho a los lamentables sucesos de Libia. Nadie sería capaz de saber en este momento lo que allí está ocurriendo. Todas las cifras y versiones, hasta las más inverosímiles, han sido divulgadas por el imperio a través de los medios masivos, sembrando el caos y la desinformación.

Es evidente que dentro de Libia se desarrolla una guerra civil. ¿Por qué y cómo se desató la misma? ¿Quiénes pagarán las consecuencias? La agencia Reuters, haciéndose eco del criterio de un conocido banco de Japón, el Nomura, expresó que el precio del petróleo podría sobrepasar cualquier límite:

"‘Si Libia y Argelia suspenden la producción petrolera, los precios podrían llegar a un máximo por encima de 220 dólares por barril y la capacidad ociosa de la OPEP sería reducida a 2,1 millones de barriles por día, similar a los niveles vistos durante la guerra del Golfo y cuando los valores tocaron los 147 dólares por barril en el 2008’, aseveró el banco en una nota."

¿Quiénes podrían pagar hoy ese precio? ¿Cuáles serían las consecuencias en medio de la crisis alimentaria?

Los líderes principales de la OTAN están exaltados. El Primer Ministro británico, David Cameron, informó ANSA, "admitió en un discurso en Kuwait que los países occidentales se equivocaron en apoyar gobiernos no democráticos en el mundo árabe." Se le debe felicitar por la franqueza.

Su colega francés Nicolás Sarkozy declaró: "La prolongada represión brutal y sangrienta de la población civil libia es repugnante".

El canciller italiano Franco Frattini declaró "‘creíble’ la cifra de mil muertos en Trípoli ‘la cifra trágica será un baño de sangre’."

Hillary Clinton declaró: "el ‘baño de sangre’ es ‘completamente inaceptable’ y ‘tiene que parar’"

Ban Ki-moon habló: "‘Es absolutamente inaceptable el uso de la violencia que hay en el país’."

"‘el Consejo de Seguridad actuará de acuerdo a lo que decida la comunidad internacional’."

"‘Estamos considerando una serie de opciones’."

Lo que Ban Ki-moon espera realmente es que Obama diga la última palabra.

El Presidente de Estados Unidos habló en la tarde de este miércoles y expresó que la Secretaria de Estado saldría para Europa a fin de acordar con sus aliados de la OTAN las medidas a tomar. En su cara se apreciaba la oportunidad de lidiar con el senador de la extrema derecha de los republicanos John McCain; el senador pro israelita de Connecticut, Joseph Lieberman y los líderes del Tea Party, para garantizar su postulación por el partido demócrata.

Los medios masivos del imperio han preparado el terreno para actuar. Nada tendría de extraño la intervención militar en Libia, con lo cual, además, garantizaría a Europa los casi dos millones de barriles diarios de petróleo ligero, si antes no ocurren sucesos que pongan fin a la jefatura o la vida de Gaddafi.

De cualquier forma, el papel de Obama es bastante complicado. ¿Cuál será la reacción del mundo árabe y musulmán si la sangre en ese país se derrama en abundancia con esa aventura? ¿Detendrá una intervención de la OTAN en Libia la ola revolucionaria desatada en Egipto?

En Iraq se derramó la sangre inocente de más de un millón de ciudadanos árabes, cuando el país fue invadido con falsos pretextos. ¡Misión cumplida! proclamó George W. Bush.

Nadie en el mundo estará nunca de acuerdo con la muerte de civiles indefensos en Libia o cualquier otra parte. Y me pregunto: ¿aplicarán Estados Unidos y la OTAN ese principio a los civiles indefensos que los aviones sin piloto yankis y los soldados de esa organización matan todos los días en Afganistán y Pakistán?

Es una danza macabra de cinismo.

Fidel Castro Ruz

Febrero 23 de 2011

7 y 42 p.m.

jueves, 17 de febrero de 2011

De Marines y Cipayos

CIPAYOS, crónica de una lógica narrada por traidores a la patria

Increíble. Es la palabra para esbozar las indescriptibles opiniones de los medios que enfrentan una cruzada contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y hoy se jactan de conocer los debidos tratos diplomáticos con las potencias extranjeras.

El incidente por todos conocidos. Un avión de la fuerza aérea norteamericana arribó al país con material no declarado. Falta, ofensa, delito o molestia, no importa. Lo que sí es relevante es la actitud ecuánime y razonable de no dejarla pasar por alto.

Siempre me gusta preguntarme a mí mismo para reflexionar. ¿De qué otra manera se debería haber procedido? Frente a la indicación del personal de seguridad para que se abra la valija los marinos norteamericanos contestaron con una negativa inquietante. Durante turnos y por el lapso de seis horas, se sentaron sobre ella, evitando la apertura pacífica de la misma. Cuando la presión y presencia en el lugar hizo indudable el desenlace, uno de ellos se excusó: está bien, pero no tenemos la llave. ¡Ja! ¡Cual si nosotros no pudiéramos lidiar con un candado de equipaje! Las tenazas hicieron lo suyo y ete allí la aparición del material en cuestión.

Desde aquí, desde el hecho objetivo, nace la valoración. Voces que acusan de desprolijidad y poca diplomacia. Vean, el ejercicio es de tipo reflexivo. A veces los cuentos son ilustrativos. Érase una vez –ayúdeme lector a suponer-, un grupo de agentes del orden argentinos que viajaron a EEUU. Al llegar al aeropuerto de Los Ángeles les pidieron que abran la valija señalada. Dícese que los agentes se negaron. Algunos cuentan que el personal de seguridad reiteró el pedido bajo apercibimiento de usar la fuerza necesaria para garantizar la seguridad nacional. Dícese que ante la segunda negativa abrieron fuego sobre el terrorista y finalmente incautaron lo que podría haber sido una bomba, material de espionaje, un musulmán contorsionista, y/o demás elementos contemplados por el Acta Patriótica de la seguridad nacional. Finalmente, el Congreso de EEUU le otorgó el corazón púrpura al ávido pistolero de apellido Earp.

Claro que el sentido es irónico. Pero la lógica de los cipayos traidores a la patria es tan irrazonable como el ficticio episodio creado. Sirve para ponderar los alcances de la cultura nacional de uno y otro Estado. En fin de cuentas, sirve para entender que no es negativo el ejercicio de la soberanía, siempre que lo sea en un marco de legalidad. Tanto la valija del caso Telpuk, como la valija de los marines, debe ser abierta. Sin embargo, los cipayos entienden que la valija de EEUU debería haber sido un caso “diplomático”, mientras que la otra no. Digo pues, ambos deben ser casos de ejercicio de un riguroso control. Un viejo proyecto de radarización del país, mediante la colocación de 27 radares a lo largo y a la ancho de nuestra nación nunca se hizo operativo. Ésta es una deuda de la que no se habla en los periódicos del terror institucional. Sólo se ocupan de entuertos y culebrones fáciles de digerir para direccionar la opinión pública al facilismo totalizador del fenómeno como escándalo.

Cipayo es quien defiende los intereses extranjeros por sobre los nacionales. Quien pretende dar las estocadas de foráneos que se disputan el control de una región que despega de su ámbito de domesticación. Una región que se independiza y busca nuevas alianzas para progresar en ese camino a la máxima independencia política, económica y cultural.

El prisma para ver hechos como estos, es el del ser y el hombre nacional. Como argentinos debemos definir nuestro hoy, nuestro programa político, nuestra composición, cultura, y profundizar ese nuevo hombre.

Esto no significa cegarse y arriesgar con la sola esperanza, sino con la conciencia política del hombre comprometido. Es tan importante que casi lo repito a diario y cada vez con más convencimiento. El nuevo hombre juzga en medio de esa universalidad cultural y política, que le permite separar la idiosincrasia del criollo y el cipayo.

Antón Spiegel

lunes, 7 de febrero de 2011

¿Quién puede festejar la muerte?

Hay personas que festejan la muerte.

En su libro “Lista Negra, la vuelta de los ´70”, Pepe Eliaschev yerra en muchas cosas y es parcial en tantas otras, pero sin duda no se equivoca en algo, por lo cual vale la pena su libro: no se puede tomar la muerte a la ligera. Visto de otro sentido, es la vida la que no debe ser menospreciada.

Hoy día se festeja la audacia de un personaje triste como “Aldo Rico”. Reivindicador del terrorismo de Estado, cuyo adjetivo directo es haberse alzado en armas en contra de un gobierno constitucional como el de Raúl Alfonsín. Se lo investiga como posible responsable de la muerte de un sospechoso de haberlo robado. Cierto o no, lo incuestionable es la voz de quienes de ello, hicieron una celebración. Comunicaciones en foros, redes sociales, bares, etc.

¿Pero qué hay detrás de esta celebración? ¿Es posible aplaudir confusamente un conjunto de elementos inconciliables y ser razonable?

Vean, la falsa antinomia entre los derechos humanos y la efectividad del Estado para perseguir los delitos, es tal en tanto que el propio Estado moderno es el administrador de éstos. Su misión no está en eliminarlos, sino en redistribuirlos. La realidad y la verdad por ello, está descripta por el poder, por el discurso constitutivo de lo que asentimos sin ver.

El crimen es aquello determinado por quienes hoy dicen qué es la verdad. En una sociedad de Capital, donde el valor más alto está tasado –cifrado-, donde la cultura se funde en industria y mercadeo, la jerarquía de lo prohibido está patas para arriba. La propiedad se ha convertido en el valor más ungido. Toda la lógica humana deviene del sentido de la propiedad. Los espacios, las fronteras; simplemente lo propio y lo ajeno. Puedo defender mi propiedad a costa de la vida. Y si lo hago recibiré una celebración a cambio, corolario de la insensatez de maltratar no ya a la persona como ente individual, sino a la categoría como concepto racional.

Si supiésemos que el hombre es un niño laborioso pero estúpido, que convirtió el palo del tambor en una azada y en vez de tocar sobre la tierra una canción de júbilo, se puso a cavar (León Felipe). Quiero decir, que la distribución de los recursos en la sociedad generó incluidos y excluidos del sistema de producción. Aquellos a los que la nueva forma moderna de organización no contempló, tuvieron reservados los designios de mal social. El crimen se constituyó a la luz de sus necesidades. Lo que necesitaban era conseguido por el comportamiento que luego fue considerado crimen. Donde había que acotar la libertad del excluido, nacía una regulación de los detentadores del poder y descriptores de la realidad y la verdad. Verdad como si el crimen fuera ontológicamente así, un mal. Como si así siempre hubiese sido.

La cárcel nace en este contexto. No es necesario ya castigar con la muerte y suplicios en el cuerpo del condenado. Ese acto de demostración de poder desmesurado será suplantado por el control constante e ininterrumpido del Estado. La pena pasa del cuerpo al alma. El tiempo es el bien aniquilado. El Estado define y se apropia del recluido para domesticarlo.

Este entramado molecular de los Estados persiste aún hoy, 200 años después de la aparición de la institución carcelaria como tal. La tarea política consiste en desarticular estos quistes burocráticos de verdades y lógicas insostenibles. El obstáculo es la puja de poder. Mientras intereses libertarios pujan por constituir una nueva verdad, una nueva construcción de lo que es, otros intentan devolver robustez a las filas de lo conservado. Ese movimiento de extrañamiento de las viejas épocas e instituciones no hace más que devolver legitimidad a la sinrazón.

Véase, mientras más apoyo y legitimidad exista en un gobierno progresista y transformador, más posibilidades habrá de desarticular esas verdades inmutables. Así, la definición del crimen, el peligro de confundir las verdaderas razones de nuestra realidad actual, se irá diluyendo. La conciencia política es el eslabón primero. Un hombre histórico, comprometido con la reflexión y acción transformadora, es el atisbo de nuevo hombre componente de una sociedad de libres e iguales.

Entiéndase que en nuestra Argentina, existen columnas vertebrales por edificar. No es ya tarea final de un programa dialéctico en la lectura que bien podamos darle a la historia, sino que es una tarea común de la razón pura del hombre político. La constitución de aquellos pilares fundamentales para la independencia social y de conciencia de nuestra nación con su difícil y consabida idiosincrasia.

Entonces bien, celebrar la muerte de quien estuvo entrenado, domesticado y ordenado a cumplir el rol de excluido, fomentado por el devenir incontrolable de los intereses de costos inmensurables, en el marco de una construcción de un ser cada vez más agudo para con sus otros, encierra la falacia de olvido de nuestros hijos sociales. Aquellos a quienes la historia particular de la región intimó a cumplir tamaño oficio desdeñable. Celebrar la muerte nos convierte en cómplices y canallas de las injustas deudas históricas, aquí y ahora.

Antón Spiegel