domingo, 17 de julio de 2011

¿Macri va a ser reelecto?

Sacó una gran ventaja a la segunda fuerza liderada por Daniel Filmus, del Frente para la Victoria. A pesar de lo que representa, a pesar de ser claros los intereses que lo sostienen y buscan en su persona el canal político para concretar sus deseos como embajador del poder, se perfila para renovar su mandato.

En las notas “¿Por qué alguien votaría a Mauricio Macri?” y “Xenofobia en la Ciudad”, he dejado clara mi visión sobre el político que con aires de novedad, viene a presentar un nuevo pero viejo discurso. Le temo al dolor de mis compadres. Le temo al suplicio del mismo vecino que aquel discurso tanto lleva a su boca. Le temo porque sé, muy adentro mío, que el tejido de este político es el de la diferencia.

Temo más al vecino que al político. Porque éste no sería nada sin aquéllos. Y hay que decirlo como lo que es. Los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires, compuestos por una gama tan cosmopolita, como acrítica y alienada, están atravesados por ideas que no son las de la igualdad. En el fondo, aprueban la existencia de ricos y pobres. Naturalizan esa idea. Para ellos, es “normal”. Entienden que esta diferencia existe desde que el hombre vio la luz en el mundo, y por ello, la consideran correcta. Las cosas son así.

Sin embargo, aún hoy, luego de este terrible suceso político, luego de que el político y las ideas que éste representa hayan sido colocados en la víspera de continuar desgarrando el orgullo cultural y la historia de la Ciudad por el enorme período de cuatro años, aquel tejido sigue en la sombra, tímido, esperando la legitimidad para extenderse y arraigarse con sangre, en medio de aplausos totalitarios que lo vivifiquen.

Y aquellos que han hecho de este político su elección política, esperan también el momento de poder enunciar un discurso sobre la realidad, que no es más ni menos que aquel compuesto o tejido de diferencia, de clasismo, que representa Macri.

Pensemos entonces aquellos que entendemos que las diferencias no deberían de existir, que nadie puede vivir en la pobreza, que no es justo que alguien nazca en esa situación, que viva y muera en aquella sin saber por qué le tocó vivir así, y lo que es peor, sin ni siquiera preguntárselo. Pensemos.

En lo personal, entiendo que existe una sustancia que no es posible extirpar dentro de una dinámica presidencialista, o de ejecutivos partidarios que trasuntan en el libro de la política en pequeños segmentos. El juego político y la dinámica que éste representa, nutre y no deja morir estas pulsiones totalitarias que toman forma democrática y se visten de políticos y partidos, para recuperar poder.

Siempre que esta sustancia totalitaria y sus pulsiones existan, más allá de las eventuales derrotas o golpes que reciban, podrán volver y regenerarse desde la dinámica que la arquitectura política permite. Hoy ocurre en la Ciudad, se regenera y atraviesa a muchos, como ya lo hemos comprobado.

R. A. Spiegel

4 comentarios:

  1. Yo pienso votar a Macri, no porque me guste su gestión, o sus negocios, o su evidente forma de pensar, o su fiesta de la espuma en la elección anterior, o su metro-bus, o sus plazas de cemento enrejadas, o su ya mal nacida policía metropolitana, o un montón de cosas más. Sino porque considero a Cristina y sus amigotes K igual de nocivos, corruptos, soretes y "fachos" (palabra tan de moda y tan poco utilizada correctamente) y también un montón de adjetivos más, y por lo tanto no voy a apoyar a Filmus, un lacayo de los K, para otorgarle a éstos caraduras la suma del poder público como ya se ha hecho en la historia de este hermoso país dirigido siempre por unos pocos "bolsillos".

    Un saludo

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  2. ¿Si son igual de nocivos, por qué tiene ud. la necesidad de justificarse? Me pregunto también si ese antagonismo valida legitimar con el voto a un tipo que desprecia los valores más básicos de una sociedad democrática.
    Pensemos en la igualdad. El proceso que ha reconstruido el país, a pesar de la opinología que hoy sostiene los balbuceos de Macri, no tiene segundas interpretaciones.
    Las fábricas que estaban cerradas hoy están abiertas y dentro hay trabajadores que recuperaron la dignidad.
    Ese simple hecho sirve para ponderar la calaña que hoy se postula a la jefatura de la ciudad. El uno -Macri-, las habría dejado vacías como lo hizo el discurso noventoso. El otro -Filmus-, nunca hubiera dejado que se cierren.
    Ese simple hecho no tiene segundas interpretaciones. Muchos han recuperdo la dignidad y la identidad. En la ciudad falta mucha identidad, tanta que todavía seguimos usando nuestro voto para castigar, a pesar de apoyar en el camino, a un claro representante de la injusticia social.

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  3. Hoy se vota de acuerdo a las necesidades y conveniencias, la ideologìa ya casi no existe.
    En Capital hay alto nivel adquisitivo, en gral. los hijos de los votantes no van a la escuela pública ni al hospital, la nafta y los servicios son màs baratos y accesibles por decir algunas de las ventajas respecto al resto del paìs. Por todo esto es entendible que el ganador sea Macri, que con un poco de circo, parecer fuerte ante las amenazas del gobierno nacional y arreglar las calles conforma a la mayorìa.
    Por otra parte creo que los porteños hacen uso de la posibilidad de elegir ser opositores sin miedo alguno. En el interior es muy dìficil ser opositor, escapar al caudillismo y asistencialismo. Los que no votan por algo a cambio,tienen miedo de solo pensar en los recortes nefastos de dinero que habrìa si los gobernantes no son de las filas del gobierno nacional.
    En fin,democracia no es perfecta, pero sigue siendo el mejor sistema que conozco.

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  4. Pienso que justamente, esos intereses y deseos del porteño responden a una clara visión de la vida, las instituciones y el otro. Precisamente son parte del entramado de la ideología que el macrismo representa.
    La ausencia de ideología, en definitiva, esconde la exhibición de una ideología.

    Del otro lado del espectro, la visión es más alentadora. No se han agotado aún las ideologías. Asistimos a un momento en donde la idea vale más cada día. Esa reconstrucción moral, es un trabajo de generaciones. La que viene, será la hija de todas estas discusiones. El activismo de los jóvenes demuestra cuál es el grado de vinculación que con la realidad se está entablando. Eso es ideología. Sistemas de ideas sometidos al examen dialéctico de la ebullición política.

    La generación del ´70 puede empezar a descansar.

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